Una
ilusión óptica es cualquier ilusión del sentido de la vista
que nos lleva a percibir la realidad de varias formas. Éstas pueden
ser de carácter fisiológico asociados a los efectos de una
estimulación excesiva en los ojos o el cerebro (brillo, color,
movimiento, etc., como el encandilamiento tras ver una luz potente) o
cognitivo en las que interviene nuestro conocimiento del mundo (como
el Jarrón Rubin en el que percibimos dos caras o un jarrón
indistintamente). Las ilusiones cognitivas se dividen habitualmente
en ilusiones de ambigüedad, ilusiones de distorsión, ilusiones
paradójicas e ilusiones ficticias (alucinaciones) donde las imágenes
no son perceptibles con claridad por el ojo humano, ya que nuestro
cerebro solo puede asimilar una imagen a la vez. En conclusión, el
cerebro humano solo puede concentrarse en un objeto, por lo que,
cuando se presentan dos formas en una sola imagen, se ocasiona
confusión y el cerebro entra en desorden, con lo cual este lleva a
ver otra visión de lo visto.
Entender
estos fenómenos es útil para comprender las limitaciones del
sentido visual del ser humano y la posibilidad de distorsión, ya sea
en lo relativo a la forma, el color, la dimensión y la
perspectiva de lo observado.
Muchos
artistas han aprovechado las ilusiones ópticas para dar a sus obras
un aspecto mágico, de profundidad, de ambigüedad y contrastes.